Cuando tenemos niños es inevitable estresarnos ya que los pequeños son muy inquietos, incontrolables son las veces que los gritamos y agredimos verbalmente pues dependiendo de los estados de ánimos en los cuales nos encontramos, así reaccionaremos ante sus travesuras, pero es importante recalcar y tener en cuenta que esas actitudes les hacen daño en la parte psicológica y emocional a nuestros hijos, es indispensable respirar y luego actuar.
Supongamos por un momento que venga una persona y nos grite y diga cuantas cosas se les atraviese por la mente y descargue su estrés en nosotros utilizándonos como un container? Pues de seguro reaccionaríamos de igual manera para defendernos de tales agresiones con la diferencia de los niños se callan llevándose esa emoción retenida, y de allí los problemas cuando adultos.
Siguiendo la definición de la OMS, la misma señala la violencia como el uso premeditado del poderío físico, como puede ser de calidad de amenaza o mediante la parte afectiva, tal agresividad puede ser usada en nosotros mismos o hacia otras personas no tiene nivel, puede causar muerte, trastornos, daños psicológicos mencionados anteriormente.
Normalmente los padres utilizamos los gritos como una herramienta usual, la cual dicha dinámica hará que cuando sean adultos inseguros, con un tipo de obediencia que lo conlleva a no tener un criterio propio, y no tener la voluntad necesaria para defenderse en una situación difícil que le acontezca en la vida. Somos humanos por lo tanto no somos perfectos y erramos constantemente y a eso sumamos que las relaciones interpersonales no son fáciles y aún más cuando se habita bajo un mismo techo, pero existen maneras de retribuir tales acontecimientos; cuando actuamos de esa manera solo debemos calmarnos y pedirle perdón a nuestros hijos e intentar no repetir esa situación.
Para controlar los gritos es indispensable relajarse y controlar el estrés que es el principal factor que desequilibra al ser humano. Al rebobinar como nos criaron y las dinámicas de comunicación utilizadas, nos conduce al origen de nuestro comportamiento; y de esta manera buscar la manera y ayuda necesaria para cambiar dicha actitud.