Para protegernos de este contaminante tenemos que «vigilar» los productos industriales que usamos. Leer la lista de componentes y evitar los que mencionan el mercurio, como ocurre por ejemplo con algunos cosméticos _entre ellos bastantes cremas para la piel_, en donde aparece como mercurio amoniacado o acetato fenilo mercúrico. También tenemos que vigilar la composición de los productos de limpieza, pues allí también se cuela el mercurio y otras sustancias químicas peligrosas. Sara del Río, responsable de la Campaña de Tóxicos de Greenpeace ha advertido sobre el alto nivel de contaminación de los hogares españoles por estos motivos. En la actualidad, la Unión Europea está estudiando una reforma de la legislación para el control de las sustancias químicas, cuyo principal objetivo es la protección de la salud humana y el medio ambiente. La misma estará basada en un sistema denominado REACH (en inglés, Registro, Evaluación, Autorización de SustanciasQuímicas), que afectará a 30.000 sustancias que se comercializan en Europa.
 Para evitar la contaminación con el mercurio también hemos de ser cuidadosos con la procedencia de los productos que de huerta y de mar, así como el tipo de amalgamas que nos ponen los dentistas. No se sabe si el mercurio es carcinógeno, pero al igual que aquellas sustancias que sí lo son, puede causar un daño genético. Un investigador de la Universidad de Washington, el doctor Neville Grant, ha afirmado que «por la naturaleza del deterioro que el envenenamiento mercurial causa al tejido nervioso, es evidente que la ausencia de síntomas no significa ausencia del daño. El daño puede seguir oculto durante varios años y alcanzar gran importancia a medida que la persona envenenada envejece».
                 
                                 
               
Selecciona bien tus alimentos
Algunas empresas tiran cloruro de mercurio al mar a pesar de que se sabe que en el fondo marino se convierte en metil mercurio, infinitamente más tóxico, debido a la acción de las bacterias que absorben para el cloruro y excretan el veneno mortal.. Por lo tanto, no debería verterse mercurio en ninguna de sus formas en lagos, ríos arroyos o alcantarillas, pues los sistemas biológicos lo transforman lentamente en un veneno que se disemina en todo el medio acuático a través de lo que se llama complejo orgánico, cadena en la cual las bacterias son el primer eslabón, el siguiente las algas y las plantas marinas, y de ahí pasa a los peces, aves, animales en general, y de allí al hombre. El fitoplancton coge directamente el mercurio del agua y lo transfiere al zooplancton, compuesto por animales microscópicos que lo absorben. El pez pequeño se lo come, y a éste, como todos ya sabemos, se lo come el grande.
 A lo largo de este proceso, ese mercurio que en el agua era apenas perceptible, se va concentrando y transformando. Ya no es el mercurio básico, sino un mercurio orgánico, en su forma más tóxica, el metilo. La vida media del mercurio en los peces de agua dulce es de 200 días. En el ser humano la vida media del mercurio es de 70 días, lo que se considera suficiente para hacer su trabajo destructivo, al concentrarse en determinados lugares: la corteza cerebral, las gónadas y el feto en las mujeres embarazadas. El mayor peligro del mercurio en realidad es el daño genético que provoca, ya que algunos preparados son reconocidos como mutágenos, sobre todo el mercurio metilado, que puede afectar al ADN.
 Por lo tanto a la hora de adquirir el pescado, hemos de evitar aquellos que sabemos que provienen de zonas de vertidos, ríos o lagos contaminados o dudosos. Hemos de intentar adquirir productos de confianza, en lo posible peces capturados por medios ecológicos (anzuelos y no redes de arrastre) y en alta mar. Es mejor los de pequeño o mediano tamaño que los grandes. Podemos reducir su consumo a una o dos veces por semana, y completar la dieta con variedad de proteínas vegetales. Cada vez que consumamos pescado hemos de procurar consumir simultáneamente ajo, que es un buen antídoto natural contra el mercurio. Hemos de reservar para ocasiones especiales el consumo de mariscos, crustáceos y moluscos, ya que se alimentan sobre todo con lo que encuentran en el fondo del mar, hoy más contaminados que nunca. Tampoco ingieras el hígado de los pescados ni de otros animales, a no ser que sean de origen y alimentación conocida. Evita comer con frecuencia animales marinos de gran tamaño como el atún, emperador, pez espada.
 Con respecto a los productos del campo, si puedes invoerte un poco más en tu alimentación, y compra vegetales, legumbres y cereales de cultivo orgánico, a causa de lo enrarecida que está la agricultura debido a los pesticidas químicos y fertilizantes. Por ejemplo: la incidencia de la esclerosis múltiple es superior en las áreas agrícolas en las que se utilizan pesticidas mercuriales, mientras que es desconocida en aquellas poblaciones más pobres y menos industrializadas, donde aún se mantiene la agricultura tradicional.
Cuidado con los emplastes dentales
No todos los dentistas utilizan un tipo de emplaste que, sin embargo, es el más común, y que está compuesto por mercurio puro, mezclado con partículas de plata, cobre y estaño. La revista médica «The American Dental Association News» publicó que «los odontólogos deberían alertar a todo el personal que maneja mercurio sobre los peligros potenciales del vapor de mercurio y la necesidad de buenas prácticas de higiene…. Todos los trozos de amalgama deberían ser protegidos y guardados en recipientes herméticos. El manejo de las amalgamas requiere extrema precaución y debe adoptarse la técnica de «no tocar».»
 Y ese mercurio es el que muchos tenemos en la boca a través de los emplastes de caries. En 1972 el Consejero de Agencias de Salud Ambiental para Metales Tóxicos de Gran Bretaña, el doctor David Owen, dijo que «ante el cada vez mayor número de pruebas que demuestran el peligro y la falta de seguridad en el empleo de empastes dentales hechos de amalgama de mercurio, es mi deber aconsejar que dicha utilización sea interrumpida en las mujeres embarazadas». Con los años los empastes van perdiendo el mercurio en diminutas cantidades, pero todo esto depende de muchos factores, como el grado de acidez o alcalinidad en el interior de la boca, la fuerza de la masticación, la dureza de los alimentos. Muchos dentistas que usan estos emplastes dicen que el mercurio no llega a contaminar el cuerpo, sin embargo se ha encontrado mercurio en la orina y en las células sanguíneas después de sufrir la colocación de una amalgama. Así es que los dentistas y sus ayudantes son particularmente propensos a la intoxicación por mercurio. Existen ya clínicas dentales que no los usan y que incluso reemplazan los viejos emplastes.
Los más expuestos
Los profesionales más expuestos a la contaminación por mercurio pueden conocer el grado de intoxicación que sufren con un análisis de los cabellos.
 Entre los que corren estos riesgos están: broncistas, cargadores de pistones, conservadores de piel, electrochapistas, taxidermistas, extractores de plata, fotógrafos, granjeros, impresores textiles, manipuladores de semillas, mineros de mercurio, joyeros, odontólogos, técnicos de histología, conservantes de madera y fabricantes de amalgamas, aparatos eléctricos, barómetros, baterías de aluminio, instrumentos de calibración, escobillas de carbón, sosa cáustica, cloro, desinfectantes, de medicinas (algunas), tintes, tinta, explosivos, fuegos artificiales, fungicidas e insecticidas, lámparas fluorescentes, manómetros, espejos, adhesivos, luces de neón, pinturas, conmutadores de mercurio, termómetros, cloro vinilo, cerámicas y conservas pesqueras.
 Las fuentes de contaminación más comunes para la población son: empastes dentales con amalgama de mercurio-plata, termómetros y barómetros rotos, semillas de cereales tratados con fungicidas de metilmercurio, algunos polvos corporales y talcos, productos de cosmética, algunos ungüentos para la psoriasis, algunos laxantes, algunos diuréticos, pinturas de látex y disolventes, suavizantes de ropa, ceras y abrillantadores, filtros de aire acondicionado, pieles curtidas, fungicidas para jardines, árboles, etc.; baterías con acumuladores de mercurio, cinabrio (empleado en joyería), algunos tintes de tatuajes, fango de acantarillado usado como fertilizante de la tierra, etc.
Antídotos naturales
Los alimentos de cultivo orgánico ya que conservan bien pequeñas cantidades de selenio, que es uno de los grandes antídotos contra el mercurio. Incluso, algunos médicos aconsejan a personas expuestas a este tóxico, dosis complementarias de selenio.
 El ajo es otro buen antídotos. Se ha descubierto que los sulfuros del ajo capturan los metales pesados indeseados y los eliminan fuera del organismo.
 Otros antídotos son las vitaminas que podemos obtener de una alimentación variada, sana y basada en cereales integrales, legumbres y vegetales de cultivo biológico. Sobre todo las C, E, B6, B1 ó Tiamina. También es recomendable tomar lecitina y levadura de cerveza (dos cucharadas de copos al día). En algunos casos el médico puede aconsejar suplementos de magnesio, calcio, germanio orgánico y zinc.
 También pueden tomarse uno o dos yogures al día fermentados con lactophilus (ha de ser yogur vivo, que no se encuentra en todos los comerciales), ya que éstos bacterias ejercen una barrera antitóxica contra las agresiones químicas y ayudan a eliminar el mercurio. Y en general es recomendable comer a diario algún alimento fermentado (pepinillos, chucrut o col fermentada, etc.). Asimismo algunos naturistas recomiendan sobre todo a las personas mayores de 40 años expuestas al mercurio que tomen ácido clorhídrico, una tableta después de cada comida, o en su lugar, una cucharada de vinagre de sidra en las comidas ricas en proteínas.

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